VERONICA ROSSATO

24 de agosto de 2018

Tortilla de patatas arrollada


Casi más grande que el plato! 

Una tortilla de patatas arrollada? Vaya idea! Y cómo se prepara eso?
Pues, si rallas dos patatas y le mezclas un huevo, añadiendo condimentos a gusto, tendrás la base para una porción. Luego es cuestión de verter la mezcla sobre papel para horno colocado en una pequeña bandeja y cocinar durante 25 minutos.
Cuando la hayas sacado del horno, le colocas queso, aceitunas, hojas de espinacas, setas, según lo que desees o dispongas en ese momento. Luego, con la ayuda del papel, vas formando el arrollado. Unos minutos más de horno para que se derrita el queso y lista para servir, acompañada de una buena ensalada. Almuerzo rápido y delicioso.



22 de agosto de 2018

Minimalismo, un estilo de vida

En su ámbito más general, el minimalismo es la tendencia a reducir a lo esencial, a despojar de elementos sobrantes. Adhiero a este movimiento, no porque esté de moda (aunque nació hace ya cinco décadas como una corriente artística), o esté pensando en crear un nuevo blog sobre el tema, ni intentar ganarme un espacio como youtuber o hacer un podcast para hablar de las “diez reglas básicas” del minimalismo. Sólo apunto a simplificar mi vida cada día más, desechar lo superfluo y seguir caminando hacia la meta: quedarme únicamente con “lo esencial”. Esta es la clave: centrarse en lo esencial.
Resulta muy interesante que sea Jesús quien nos enseña a ser minimalistas, diciéndonos claramente qué es “lo esencial”. Pero, vamos por partes.

COSAS Y MÁS COSAS
En el ámbito de lo material, lo esencial varía según quien y sus circunstancias. Recuerdo un viaje de mochilera a Machu Pichu. Al salir de Argentina, lo esencial cabía en una mochila, pero con el paso de los días y sucesivas visitas a pintorescos mercados en Bolivia y Perú, tuve que comprar una cesta (grande y colorida) para transportar todo aquello que “no podía dejar de comprar”. Mi equipaje terminó siendo un elemento de tortura y el amigo con el que viajaba puso fin al itinerario antes de lo previsto porque se negaba a seguir cargando mi cesta llena de cerámicas y tejidos artesanales, “esenciales” para mí. Me he avergonzado durante mucho tiempo de esta experiencia. Si hubiera viajado sin “bolsa ni alforja” como recomendó Jesús a sus discípulos, no hubiera perdido un amigo.
Las cosas van tramando redes que nos envuelven. Nos apegamos a ellas y cuando llega el momento de dejarlas, nos causan dolor o tristeza. Tiranas! Llevo décadas mudándome, armando y desmontando viviendas. Adquiriendo y deshaciéndome, escogiendo con esmero lo que necesito o deseo tener, y luego buscando con igual interés a su próximo dueño. Hasta hace poco pensaba que, en lugar de avanzar, retrocedía porque con el paso de los años no tengo más, sino que tengo menos. Hoy comprendo que avanzo. Crezco en libertad, en tiempo libre, en despreocupación.

LA HORA CRUCIAL
A no ser que seamos diplomáticos o militares (cuyas mudanzas están a cargo del estado que representan), acumular es un mal del cual nos arrepentimos cuando llega el momento de cambiar de vivienda. Siempre nos preguntamos de dónde salieron tantas cosas. Si tenemos una habitación, la llenamos; si es un apartamento o una casa, también. A más espacio, más cosas.
Voy aprendiendo. La última vez que me instalé en un nuevo país, buscaba ayuda para comprar y montar un armario. Catálogo en mano, un domingo mostré la foto del que había escogido a un par de hermanos para ver si estaban dispuestos a darme una mano. “Es muy pequeño”, dijeron casi al unísono. Probablemente sus esposas -y ellos mismos- tienen armarios tres veces más grande que el mío. En el momento me resultó chocante el comentario, pero enseguida comprendí que me estaban confirmando que voy por buen camino. Callé, guardé el catálogo y busqué ayuda en otro lado.  “Y por el vestido, por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo…”. Imagino las flores danzando al viento, bellas, despreocupadas.
Querría llegar a mudarme como lo hacen los saharauis. Ellos meten todas sus pertenencias en unos cuantos bultos de telas anudadas, y poco más. Cuando vivía en El Aaiún me tocó presenciar la mudanza de una familia vecina y quedé maravillada al ver que entre que comenzaron a sacar sus cosas y cerraron la puerta tras de sí, habían transcurrido escasamente un par de horas. 

LIBRES PARA ESCLAVIZARNOS
Pareciera que somos libres para comprar. Nada más lejos. Lo comprendí en la década de los 70 cuando descarté la posibilidad de seguir la orientación “Publicidad” en la carrera de Ciencias de la Comunicación. Me pareció horrible dedicar la creatividad y la vida a generar necesidades en los demás. Si quieres vender, debes convencer a otros de que necesitan lo que tú vendes, debes crearles una necesidad que antes no tenían. En ese sentido, me identifico con los grupos o individuos que practican el minimalismo como estilo de vida, buscando reducir sus pertenencias físicas y necesidades al mínimo, sin dejarse avasallar por el consumismo y decidiendo con libertad qué es lo que necesitan. Minimalismo es, en definitiva, una postura anti sistema.
Volviendo a la pregunta del inicio: Qué es lo esencial? Busco respuestas y me topo con el texto de Mateo, capítulo seis. “No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestros cuerpos, qué habéis de vestir. No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?”, dice el Nazareno. Aquí hay una pista.

CON ESTO ME QUEDO YO
La palabra de Dios transmite las bases del minimalismo integral, poniendo al descubierto la respuesta que buscamos: qué es lo esencial. Jesús lo dice en Mateo 6: “No os afanéis, pues diciendo: Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” El reino de Dios y su justicia. He aquí lo esencial!
“Minimalismo es centrarse en lo esencial, y todo lo que está de más se va solo”, explica una youtuber. Seguir las enseñanzas de Jesús nos convierte en minimalistas, nos quita carga y ansiedad. Nos enfoca en lo esencial. “Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su propio afán. Basta a cada día su propio mal” (final del capítulo 6 de Mateo).
¨Minimalismo” es una traducción transliteral del término inglés minimalism, o sea, que utiliza lo mínimo (minimal).  Deseo para mí y para todos que ese mínimo-suficiente-esencial sea la fe en Jesús.