El viento hace volar la tierra reseca y aviva el fuego cerca de cada vivienda. Las brasas arden durante todo el día, calentando agua para el mate o cocinando la tortilla de harina y grasa que consumen las familias mocovíes. A veces ese es el único alimento de la jornada.
Las casitas de adobe o ladrillo sin revoque están esparcidas en el monte -o lo que queda de él- donde generaciones anteriores cazaban y recolectaban miel. Los mismos aborígenes han talado los árboles para vender la madera; las pocas hectáreas que el gobierno les ha concedido ya no pueden proveer alimento a la comunidad.
Colonia General Necochea es uno de los numerosos asentamientos aborígenes del norte argentino. Un territorio donde los niños parecen multiplicarse cuando llega un vehículo, mientras que las mujeres observan tímidamente a la distancia y los hombres salen al encuentro del visitante. Un encuentro que resulta emocionante cuando quien llega está regresando después de casi una década de ausencia.
Vivificante el menaje de David Wilkerson hoy. Quiero compartir algunos párrafos contigo… Diría que él ha escrito sobre “el arte de vivir”:
“Una madre en nuestra iglesia -Times Square (NY)- viaja todo un día para ir a visitar a su hijo que está en una prisión. Ella sube a un bus y viaja por horas, sólo para verlo unos momentos. Esa madre mirará a su hijo en ese uniforme gris y verá la agonía en sus ojos – y cada en viaje, ella morirá un poco más por dentro. Pero ella nunca lo abandona. ¡Él es su hijo!”, apunta.
Esta es la clase de amor que Dios tiene para sus hijos. Muchos no llegan a comprenderlo porque han sido ensenados a vivir envueltos en el legalismo. “El legalista ama vivir bajo convicción. El nunca ha entendido el amor de Dios ni ha permitido que el Espíritu Santo ministre amor a su alma”.
Wilkerson dice que cuando escribe un mensaje que truena con juicio, recibe innumerables respuestas de aprobación. “Pero cuando yo comparto sobre la dulzura del amor de Jesús, recibo cartas que dicen, ‘¡Usted no está predicando la verdad!’. Es como si esas personas estuviesen diciendo: ‘Si usted no está reprendiendo, entonces lo que está hablando no puede ser el evangelio’. Estos creyentes nunca han entrado en elngran amor-misión del Espíritu Santo”.
¡Es que debemos aprender a caminar en el Espíritu, y no por sentimientos! “Andar en el Espíritu significa permitir que El Espíritu Santo haga en nosotros lo que él fue mandado a hacer. ¡Y eso significa permitirle a él que inunde su corazón ahora mismo con el amor de Dios! "Porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado" (Romanos 5:5)”. “No hay ningún consuelo en esta tierra que sea verdadero, excepto el consuelo del Espíritu Santo. Por eso es que usted necesita que el Espíritu Santo more en usted. Sólo él puede acostarlo por las noches, en una cama tibia, y llenar su corazón con una paz perfecta. Sólo él puede consolarlo en tiempos de dolor y pena. El es aquél que le asegura: ‘Este consuelo no es sólo temporal, ¡es eterno!’", concluye Wilkerson.