VERONICA ROSSATO
24 de junio de 2013
14 de junio de 2013
Ser como niños
LA EDUCACIÓN PROHIBIDA:
Cómo o cuándo muere la creatividad del niño?
Cómo o cuándo muere la creatividad del niño?
Delicioso y saludable snack
A mi
hermana Patricia se le ocurrió experiementar con algo que resultó
delicioso y rápidamente se ha convertido en "Receta de familia". Ella las
llama GALLETAS SUPERSALUDABLES DE SEMILLAS DE LINO.
He
aquí la receta:
Poner
a remojar una taza de semillas de lino y una cucharadita de chía (ayuda a
que se forme más gelatina). Tiene que quedar como una masa gelatinosa.
Agregarle agua a medida que se va espesando luego de unas horas. Si se le
agrega de más, se puede espesar con un par de cucharadas de harina de
arroz integral.
Triturar
un poco las semillas ya remojadas con una ´minipimer´ y agregar condimentos a
gusto. En una asadera -en lo posible antiadherente- apenas untada de aceite extender la masa con las manos mojadas (para
que no se pegue), hasta que quede lo más fina posible. Poner la asadera en el
horno con calor mínimo: no se busca que se cocine sino que se seque.
Dependiendo del espesor de la preparación, el tiempo de secado puede ser alrededor de 5 horas. No se queman, sino que se secan totalmente y queda una plancha crocantes que se parte con la mano en trozos irregulares.
Los condimentos pueden ser variados: hierbas, perejil y ajo (´pesto´), jengibre o solamente sal y jugo de limón. Si te gustan dulces, puedes agregar un poquito de azúcar. También se puede probar con nueces o almendras picadas (no molidas). Es cuestión de ser creativos y probar!
Dependiendo del espesor de la preparación, el tiempo de secado puede ser alrededor de 5 horas. No se queman, sino que se secan totalmente y queda una plancha crocantes que se parte con la mano en trozos irregulares.
Los condimentos pueden ser variados: hierbas, perejil y ajo (´pesto´), jengibre o solamente sal y jugo de limón. Si te gustan dulces, puedes agregar un poquito de azúcar. También se puede probar con nueces o almendras picadas (no molidas). Es cuestión de ser creativos y probar!
11 de junio de 2013
6 enemigos del escritor
Los enemigos del escritor son muchos, y
no habitan en lejanas montañas o en oscuras y húmedas cuevas, ni
siquiera en los despachos de Hacienda, hablamos de enemigos del escritor
normal y corriente, que somos la mayoría. De entre todos esos enemigos,
hoy hablaremos de 6 de los más corrientes:
1.- La inspiración ha perdido mi tarjeta de visita. Te pones a escribir y, después de llenar un par de papeleras, te das cuenta de que hoy no te salen las cosas.
Decides ponerte una copa y asomarte a la ventana, a ver si viene la
inspiración camino de tu casa. Resulta que la inspiración perdió tu
tarjeta de visita y no encuentra tu casa. Resignado, crees que lo mejor
es seguir intentándolo, estás convencido de que bien pudiera ser “escritor” el superlativo de “tozudo”. Cuando entras en calor, y has llenado varios folios, llaman a la puerta, pero sigues trabajando. Vuelven a llamar pero, ¡cómo lo vas a dejar ahora que todas las piezas encima de tu mesa parecen un todo!,
ni se te ocurra levantarte. Nunca sabrás quien llamaba a tu puerta,
puede incluso que fuera la inspiración, pero no pudiste atenderla porque
estabas trabajando. ¡Bien hecho!
2.- El juego de las comas ocultas.
Algunos escritores se toman muy a pecho el objetivo de asfixiar a sus
lectores quitándoles todas las comas que la lógica les obligaría a poner
en su texto. El resultado es un entramado mortal de frases más largas
que la capacidad pulmonar del lector medio, lo que convierte a un texto
en un arma de destrucción masiva en potencia. No se puede exigir al
lector que, para leer nuestro texto, se prepare físicamente como para
una prueba olímpica. Otra versión de este malvado juego consiste en lo
que podríamos llamar una diarrea de comas, lo que puede provocar hiperventilación en algunos lectores sensibles y, en casos extremos, puede hacerlos entrar en coma.
Un ritmo natural, bien puntuado, hará de nuestro texto algo apreciable y
susceptible de ser bien puntuado, a su vez, por el lector. Los signos
de puntuación son uno de los más afilados enemigos del escritor.
La impaciencia es uno de los principales enemigos del escritor
3.- La palabra impuntual. Dice Guy de Maupassant:
“Cualquiera que sea la cosa que se quiere decir, solo hay una palabra
para expresarla, un verbo para animarla y una adjetivo para calificarla.
Hace falta, por lo tanto, buscar hasta encontrar esa palabra, ese verbo
y ese adjetivo; y no conformarse nunca con un casi, ni
recurrir nunca a una superchería o a un juego de palabras para evitar la
dificultad.” Es decir, si la palabra que necesitamos no llega puntual a
su cita con nuestro texto, no nos impacientemos tomando la primera que
se le parezca, porque, como dice Maupassant solo hay una.
4.- El nuevo rico.
Acabas de darte un atracón de diccionario, has descubierto un montón de
palabras que desconocías total o parcialmente o que, simplemente, habías
olvidado por desuso. Estás ansioso por utilizarlas, por utilizarlas
todas, todas en el mismo texto, texto con el que atosigarás al primero
que se te cruce. Error. Otra vez la impaciencia, en una de sus múltiples
caras, se ceba contigo. Por ejemplo: la inmensa mayoría de las veces un
solo adjetivo suele ser suficiente para describir un objeto, un
sentimiento, un color…; un segundo adjetivo suele NO aportar nada en
absoluto a la imagen que se quiere crear. (La poesía no se ve amenazada
por este enemigo).
5.- El adverbio ‘incómodamente invitado’. A la manera de Stephen King o, dicho de otro modo, StephenKingmente,
el uso y abuso de los adverbios suele convertir un texto en poco
apetecible, aportándole un toque de formalidad que aleja toda
posibilidad de llegar a lo más hondo del lector, a menos que se esté
redactando un ensayo científico y no se pretenda alcanzar lo más hondo
del lector. Como dice King, evita el adverbio siempre que puedas y,
cuando no sea posible evitarlo, evítalo de todas formas.
6.- El jardín ajeno. El jardín ajeno es, tal vez uno de los más sibilinos enemigos del escritor.
Si vas a meterte en un jardín, que sea un jardín conocido, un jardín
amigo que no esconda peligros inesperados de los que, a buen seguro, no
saldrás indemne. Escribe sobre lo que sabes, pero si con todo, te ves
escribiendo sobre algo que no conoces, conócelo antes de seguir. Documéntate, infórmate, examina el terreno,
porque de lo contrario es seguro que el lector sabrá, tarde o temprano,
que ni te documentas, ni te informas, ni examinas lo que haces y
pensará, con razón, que no le aportarás nada de interés con tu texto.
6 enemigos del escritor
Víctor J. Sanz
6 de junio de 2013
1 de junio de 2013
Eco Biblia
Vive en paz, salva al planeta
¿Los cristianos tenemos alguna propuesta frente al desastre ecológico que vive el planeta? La Eco Biblia de las Sociedad Bíblicas Unidas registra 1.600 versículos sobre el medio ambiente, aunque ni en los púlpitos de las iglesias ni en los centros de estudios teológicos suele hablarse del tema. La pobreza, la desertificación, la contaminación ambiental, el cambio climático, la extinción de especies, son algunas de las expresiones acuñadas para indicar que a nuestro mundo le va mal. La pregunta del principio sobrevuela esta edición especial de Pulso Cristiano dedicada a reflejar las corrientes de pensamiento evangélico y lo que muchos cristianos en soledad hacen a favor de una administración sana de los recursos naturales. Son pequeñas historias, la mayoría de gente que ayuda a cuidar lo que Dios nos dio o a tomar conciencia sobre su importancia. Hay algo que todos podemos hacer para ayudar al planeta: vivir con sencillez pues recorta el consumo, lo que Serge Latouche reivindica así: “Vivir mucho mejor con mucho menos”. El economista francés propone el “decrecimiento”, es decir “auto limitar el consumo y acompasar el gasto de los recursos al ritmo de su regeneración”. El consumo desenfrenado de vehículos, artículos electrónicos y hogareños, alimentos, ropa y calzado alentado por la publicidad es el principal responsable del desastre ambiental de nuestra gran casa. No es que debamos volver a vivir como nuestros abuelos, sino aprender a satisfacer nuestras ansiedades fuera de las compras. Porque el “shopping” brinda alegrías y pacifica espíritus, al menos por un tiempo, pero hiere de muerte al planeta. Vivir sencillamente era lo que el apóstol Pablo le proponía a los habitantes de Tesalónica: “Pónganse como objetivo vivir una vida tranquila, ocúpense de sus propios asuntos y trabajen con sus manos”. ¿Algo más? “Mi gran aspiración siempre ha sido predicar la Buena Noticia donde nunca antes se ha oído el nombre de Cristo”, le escribió a los romanos. Al hablarle a los corintios sobre la vida actual y la venidera, Pablo sintetizó: “Nuestro objetivo es agradarlo a él”. Una vida centrada en lo que Dios quiere nos traerá paz al alma, indispensable para no caer en la trampa del consumismo y así cuidar los recursos naturales. David Kohler
Pulso Cristiano
¿Los cristianos tenemos alguna propuesta frente al desastre ecológico que vive el planeta? La Eco Biblia de las Sociedad Bíblicas Unidas registra 1.600 versículos sobre el medio ambiente, aunque ni en los púlpitos de las iglesias ni en los centros de estudios teológicos suele hablarse del tema. La pobreza, la desertificación, la contaminación ambiental, el cambio climático, la extinción de especies, son algunas de las expresiones acuñadas para indicar que a nuestro mundo le va mal. La pregunta del principio sobrevuela esta edición especial de Pulso Cristiano dedicada a reflejar las corrientes de pensamiento evangélico y lo que muchos cristianos en soledad hacen a favor de una administración sana de los recursos naturales. Son pequeñas historias, la mayoría de gente que ayuda a cuidar lo que Dios nos dio o a tomar conciencia sobre su importancia. Hay algo que todos podemos hacer para ayudar al planeta: vivir con sencillez pues recorta el consumo, lo que Serge Latouche reivindica así: “Vivir mucho mejor con mucho menos”. El economista francés propone el “decrecimiento”, es decir “auto limitar el consumo y acompasar el gasto de los recursos al ritmo de su regeneración”. El consumo desenfrenado de vehículos, artículos electrónicos y hogareños, alimentos, ropa y calzado alentado por la publicidad es el principal responsable del desastre ambiental de nuestra gran casa. No es que debamos volver a vivir como nuestros abuelos, sino aprender a satisfacer nuestras ansiedades fuera de las compras. Porque el “shopping” brinda alegrías y pacifica espíritus, al menos por un tiempo, pero hiere de muerte al planeta. Vivir sencillamente era lo que el apóstol Pablo le proponía a los habitantes de Tesalónica: “Pónganse como objetivo vivir una vida tranquila, ocúpense de sus propios asuntos y trabajen con sus manos”. ¿Algo más? “Mi gran aspiración siempre ha sido predicar la Buena Noticia donde nunca antes se ha oído el nombre de Cristo”, le escribió a los romanos. Al hablarle a los corintios sobre la vida actual y la venidera, Pablo sintetizó: “Nuestro objetivo es agradarlo a él”. Una vida centrada en lo que Dios quiere nos traerá paz al alma, indispensable para no caer en la trampa del consumismo y así cuidar los recursos naturales. David Kohler
Pulso Cristiano
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