Entrevista con Verónica Rossato, autora de la novela Marruecos, amor y canela
Tú has participado como cooperante en Marruecos, donde transcurre la novela. Como cristiana y como mujer, ¿cómo fue tu experiencia allí?
En ambos aspectos me he sentido condicionada, obligada a estar siempre alerta. El contexto requiere un cotidiano aprendizaje y esfuerzo de adaptación, pero una vez que se comienza a manejar los códigos culturales es posible moverse con más libertad.
Amas mucho esa tierra y a sus gentes, ¿qué es lo que más te gustó?
He amado esa tierra y su gente aún antes de llegar allí. En lo geográfico, Marruecos es un país muy bello y he tenido oportunidad de disfrutar de muy variados paisajes, playas, montañas, bosques, valles fértiles y, más allá, el desierto inmenso. En lo humano, aprecio especialmente la capacidad que tienen estas personas para alegrarse y disfrutar con cosas sencillas, la hospitalidad que ofrecen al visitante, el agradecimiento que manifiestan ante cualquier atención recibida y la espontaneidad para expresar sus emociones. Cada una de estas características tiene una contrapartida, un lado oscuro. Pero prefiero guardar en mi memoria sólo lo positivo.
Eres periodista y trabajas en Protestante Digital. ¿Por qué decidiste dedicarte a la comunicación?
Me gusta ser la voz de los que no tienen voz. Siempre me han interesado la conducta humana, la cultura y los temas sociales. A la hora de elegir carrera universitaria pensé en Sociología o Antropología. Finalmente, mi admiración por Oriana Fallaci me llevó a decidir por Ciencias de la Comunicación para dedicarme al periodismo. Esta carrera brinda un acercamiento a las Ciencias Sociales en general.
Se nota que disfrutas escribiendo y tus textos poseen una extraordinaria personalidad, porque te fijas mucho en los detalles y los paisajes.
Por una parte, es la manera de introducir al lector en la escena. Por otra, tiene que ver con la práctica como periodista, siempre trasmitiendo lo que observo. Como escritora me dedico a “ficcionar” la realidad.
Hablemos de la novela. Hay una gran tensión entre los dos personajes. ¿Cómo te inspiraste para crear a Gabriella y Youssef?
Gabriella tiene notas autobiográficas (pero no soy yo) y fue cobrando vida propia en la interacción con otros personajes. Youssef encarna a muchos “Youssef” que he conocido y también tiene rasgos originales que se manifestaron según fue creciendo la historia. Mucho de lo que sucede en la novela aconteció realmente en algún momento (para la documentación he utilizado noticias publicadas en la prensa marroquí y experiencias de gente conocida). Una vez echada a rodar la historia, personajes y trama se van entretejiendo y enriqueciendo mutuamente.
Una de las cosas más curiosas de “Marruecos, amor y canela” es el espléndido recorrido turístico que nos haces. Vemos el Festival de Fez, conocemos a una familia musulmana por dentro, nos conduces por las peligrosas calles de la medina, luego nos llevas al desierto…
Espero que los lectores viajen con esta novela y puedan conocer rasgos de la cultura de un pueblo tan próximo como desconocido.
Pero también nos presentas su faceta más oscura, como la delincuencia, la pobreza o la droga. Gabriella no deja de verse envuelta en problemas…
Es la realidad de la vida. Además, no hay historia si no existe tensión, conflictos y un misterio por resolver.
Tu libro podría describirse como la historia de una búsqueda espiritual. Gabriella ha tenido una vida bastante dura y, como muchos otros occidentales de “tradición cristiana”, busca en todas partes sin saber que está buscando a Dios. ¿Qué respuesta vamos a encontrar en tu novela?
Prefiero trasladarles esta pregunta a los lectores. Y sería bueno conocer sus respuestas, tener un feedback de la novela.
*Verónica Rossato es autora del blog Por escrito y escribe en Protestante Digital
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