NY 2009
Es primavera y llueve en New York. La arquitectura dispar de los edificios compone un paisaje urbano fascinante. Inmensos carteles -luminosos dinámicos cambiantes- le hacen frente al manto gris que intenta cubrirlo todo. NY sigue brillando. Hay profecías que anuncian que será destruida por fuego, pero ella no se entera.
Observo los rascacielos de cristal desde el interior de un taxi amarillo mientas como pizza italiana. Estos edificios son el corazón de un sistema que se derrumba…
El queso caliente se hace hilo. Del otro lado de la mampara el taxista no parece temer que manche el tapizado. Está acostumbrado. En NY todo el mundo come en cualquier sitio, a nadie le importa lo que hace el vecino, el color de su piel o el idioma que hable.
No hay extranjeros, todos los pueblos caben en sus calles.
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