Ha
visto partir a muchos. Lleva meses acompañando a
familias amigas que de la noche a la mañana son afectadas por una orden de
expulsión que casi siempre involucra sólo al hombre. Esposa e hijos deben vivir
el proceso de vender o regalar sus pertenencias, decir adiós a amigos y
hermanos en la fe, despedirse de una ciudad, un país, una cultura, un pueblo al
que aman. Llegaron allí tras un proceso similar: despedidas y renuncias. En
aquel momento –hace muchos años- lo hicieron con el gozo de estar en la
voluntad de Dios. Hoy no sienten gozo, pero sí la confianza de que el
Todopoderoso no ha perdido el control y que los acontecimientos son los que en
su soberanía permite.
Ahora
le toca a él. La cita en la jefatura de policía es
para mañana. Hablará en perfecto árabe, será cortés y responderá con aplomo y
amabilidad a las preguntas. Pero no admitirá chantajes ni amenazas; tampoco
firmará ningún documento que lo acuse de violar la ley, de hacer proselitismo,
de desestabilizar la paz. No lo hará, sencillamente porque siempre se ha movido
dentro de la legalidad, porque ha compartido su fe en Jesucristo con quienes le
han preguntado y ha predicado donde lo han invitado.
Duele
tener que dejar Marruecos. Su hija ha crecido allí,
ha visto nacer de nuevo a muchos hombres y mujeres, ha oficiado bodas entre
creyentes magrebíes… Pero lleva meses sabiendo que la hora se acerca. ¿Y si va
a parar a la cárcel? “Sería un honor para él”, me dice telefónicamente su
esposa. No está angustiada. “Mentalmente estoy preparada”, asegura, aunque son
mil los detalles prácticos que le tocará resolver a ella sola, si él es
expulsado o encarcelado.
Los creyentes nacionales están siendo
presionados, algunos han perdido sus trabajos o fueron repudiados por su
familia al ser puestos en evidencia. Pero las raíces de la Iglesia se
fortalecen, como la planta que en tiempo de sequía busca nutrientes a mayor profundidad.
“No temas, no temas” se repiten unos a otros. “Jehová te librará del lazo del
cazador, de la peste destructora. Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus
alas estarás seguro”.
El Señor está en control y sólo él conoce
el cuadro en su totalidad. Hay cambios, movidas inesperadas, o al menos
indeseadas. Pero en medio de lo que hoy es incertidumbre, existe un plan. ¿Será
que Dios quiere apurar la evangelización de los musulmanes en otros lugares?
España está recibiendo obreros capacitados,
que conocen el idioma y la cultura árabe. Un regalo muy especial.
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