VERONICA ROSSATO

16 de octubre de 2010

Corazón de minero


Según pasan los años, son más los que dudan de la veracidad de las imágenes de la llegada del hombre a la Luna en 1969. Pero nadie dudará jamás que los 33 mineros chilenos fueron rescatados de las entrañas de la Tierra. 
Como si se tratara de un reality show a nivel planetario, el mundo entero vio el miércoles 13 de octubre cómo el primer rescatista puso sus pies en el fondo del refugio donde los 33 hombres permanecían desde el 5 de agosto pasado, cuando un derrumbe los dejó atrapados a casi 700 metros de profundidad. A partir de allí, durante casi 24 horas asistimos a la aparición en la superficie de cada uno de estos hombres.
Por momentos parecía que estábamos viendo un filme dramático y bien guionado. Las cámaras de televisión rodearon la boca del túnel por el que subía y bajaba la cápsula Fénix y la tensión se liberaba con la llegada de cada protagonista. La audiencia trepó hasta alcanzar el millón de telespectadores, un record absoluto.
Gracias a la tecnología, algunos mineros extrovertidos ya habían adquirido popularidad en estos dos meses largos de comunicación desde “abajo”. Otros la adquirieron cuando llegó la hora de emerger, como aquel que se evidenció como bígamo. Pero los verdaderos protagonistas allí dentro fueron aquellos que se dejaron permear y dirigir por Dios… porque durante los 69 días que duró el cautiverio, algo sucedió a nivel espiritual en la mina.
 Desde un comienzo se supo que había varios cristianos evangélicos entre los 33 atrapados. José Henríquez, de 55 años, fue el "guía espiritual" del grupo. Todos reconocen en él a un cristiano maduro, fervoroso, que dentro del refugio ha velado por la unidad y ha organizado reuniones de oración cada día.
Cada minero recibió una Biblia de bolsillo como regalo y, según han comentado algunos medios, al menos dos de ellos entregaron su vida a Cristo en lo profundo de la mina.
El día previo al rescate, hubo familiares que manifestaron que lo primero que harían al recibirlos sería dar gracias a Dios y reunirse para orar… después vendrían los festejos. Tras la aparición en superficie del primer minero, el Presidente chileno dio gracias a Dios, manifestando que sin la ayuda del Señor este operativo no hubiera sido posible.
Ante las cámaras de todo el mundo, varios mineros hicieron pública manifestación de fe tras emerger. Samuel Ávalos Acuña aseguró que durante los 70 días bajo tierra experimentó una conversión que le hizo sentirse "cerca de Dios". Omar Reygadas Rojas, que salió en el lugar decimoséptimo, se arrodilló y dio gracias a Dios por sobrevivir. El mismo gesto hizo el siguiente minero, Esteban Rojas, decimoctavo. Él y su novia se abrazaron de rodillas y agradecieron al Señor.
Cuando los 33 hubieron salido, nuevamente el Presidente dio gracias "especialmente a Dios porque estuvo de nuestro lado".
 “Porque en su mano están las profundidades de la tierra, y las alturas de los montes son suyas”. Salmos 95:4. Este texto estaba escrito en la ropa de algunos de los trabajadores cuando salieron de la mina. En la de los demás podía leerse: “Gracias Señor”. Pocas cámaras filmaron las leyendas, y menos periodistas comentaron el hecho, pero aquellos mineros que mantuvieron su confianza puesta en Dios o descubrieron que con Él tenían posibilidad de comenzar una vida nueva, fueron verdaderos afortunados en medio de la tragedia.
Con un porcentaje de cristianos evangélicos que supera el 15% de su población, la comunidad protestante de Chile ha tenido un significativo avance en su visibilidad pública en los últimos años. Un dato interesante: el Congreso Nacional aprobó por unanimidad la declaración del 31 de octubre como Día Nacional de las Iglesias Evangélicas, agregando un festivo al calendario a partir de 2009.

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