La otra cara de la noticia
V. Rossato: "Mi historia es sólo una de miles, y puedo contarla"
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Primera de una serie de conversaciones con
los miembros del equipo de redacción de Protestante Digital. Los rostros
que están tras las noticias que publicamos.
13 DE SEPTIEMBRE DE 2012, CÓRDOBA (ARGENTINA)
¿Qué personas hay detrás de las noticias de este diario?
Empezamos una serie de entrevistas que nos llevarán a conocer mejor a
las personas que forman el equipo de redacción de Protestante Digital.
Verónica Rossato es probablemente la redactora con más
historias que contar, de su propia vida. Ha residido en 3 continentes
diferentes, ha conocido de cerca diferentes formas de acción política e
incluso puede explicar de primera mano cómo es la experiencia de vivir
un secuestro. Escribir ha sido su forma de narrar lo que pasaba a su
alrededor. A lo mejor por ello, cree que el periodismo debe servir a la
transformación de la sociedad.
Autores: Joel Forster
P.- Antes que nada hay que aclarar que
aunque escribes para este medio español, eres argentina y ahora mismo
vives en la ciudad de Córdoba. ¿Qué cosas frescas puedes aportar
escribiendo desde allí?
R.- Como editora de
noticias, hago un trabajo muy relacionado a la información disponible en
Internet. En cuanto a los reportajes propios, intento revelar lo más
sobresaliente de Argentina y, en alguna medida, de otros países
Latinoamericanos.
De entre todo lo que
pasa por tus manos, ¿qué tipo de reportajes te ilusionan más, con qué
temas te sientes especialmente a gusto?
En el
ejercicio de mi profesión siempre he trabajado temas relacionados a las
Ciencias Sociales, en revistas dominicales o suplementos especiales de
diferentes periódicos. No he sido una periodista que va detrás de la
noticia diaria. Más bien me he dedicado a hacer entrevista y elaborar
reportajes que tienen que ver con el ser humano en su contexto
sociocultural. Me interesan también temas relacionados a la salud
integral, la psicología, el arte.
En tu vida has viajado mucho y has vivido en varios
países, ¿pudiste siempre encontrar alguna forma de poner en práctica el
periodismo?
Mi vida itinerante comenzó por causas
de fuerza mayor, como suele decirse. Tuve que salir de Argentina siendo
joven, como exiliada política, cuando era estudiante de Ciencias de la
Comunicación. Comencé a trabajar en periodismo desde ese momento y lo he
seguido haciendo, aunque desde que conocí al Señor el ejercicio ha sido
de otra manera.
Participas en un
programa cristiano de “familias cuidadoras” y convives muchas horas con
dos niños que son de unas calles más allá de donde tú vives. Explícanos
algo sobre estos dos chavalines.
Nuestra iglesia,
situada en el barrio Alberdi, ha aceptado el desafío de desarrollar el
programa “MANA”, financiado por iglesias bautistas alemanas, que se
fundamenta en la defensas de los derechos del niño. Por medio de
“familias cuidadoras” son beneficiarios del programa niños que están en
riesgo social. En la iglesia tenemos un “merendero” al que llegan cada
tarde unos 35 niños de “Villa Páez”, zona vecina que antiguamente era de
chabolas y, si bien ahora ha cambiado su aspecto, sigue siendo una zona
marginal, con mucha delincuencia y drogadicción. El programa cubre los
gastos de educación de los niños que ingresan al programa (hasta ahora
son 7) y la idea es que ellos tengan la experiencia de convivir varias
horas a la semana con una familia cristiana, reciban la contención
emocional que en sus hogares no tienen y sean evangelizados de un modo
natural. Ante la falta de más familias, yo he asumido este rol con un
niño y una niña de 9 y 10 años respectivamente, y la verdad es que está
resultando un gran desafío. No soy docente y debo guiarlos las tareas
escolares, no entiendo de fútbol y debo acompañar al niño en su
entusiasmo y práctica deportiva, tengo un presupuesto muy ajustado y
debo preparar para ellos comidas ricas y nutritivas. No imaginé estar en
esta situación, pero es la tarea que Dios me ha encomendado para este
tiempo y él me da las fuerzas para continuar. De momento, mi compromiso
es hasta fin de año.
Habrás visto
muchos diferentes tipos de iglesia, en todos los sitios donde has
estado… ¿Cómo te sientes en la que estás ahora? ¿Cómo sería tu modelo de
iglesia ideal?
Al regresar del campo misionero
visité varias iglesias y no me sentí a gusto en ninguna. Llegué a pensar
que no existía la comunidad de fe que yo estaba buscando, sin
estructuras religiosas que ahogan la fe genuina y la gracia de Dios. El
mensaje de Jesús, el evangelio, es simple y es un llamado a la acción.
Creo que muchas iglesias han “perdido el Norte”, se han convertido en
empresas más o menos prósperas, no influyen en la sociedad y no ven más
allá de las cuatro paredes de sus templos. Me quedé en esta comunidad de
fe porque su pastor, Rubén Amestoy, entiende que el evangelio es
integral y los cristianos tenemos una responsabilidad social. Coincido
con esta visión.
Argentina ha
reiniciado una etapa de democracia en 1983. Desde Europa oímos muchas
opiniones sobre la situación política allá. De forma muy concisa, ¿cómo
describirías la sociedad argentina actual? ¿Es una democracia estable y
que crece, según tu opinión?
América Latina en
general tiene una historia de violencia, desde los procesos violentos de
colonización, luego centralización del poder, represión, obstáculos a
la participación política. Vivimos en democracia pero con fantasmas de
formas represivas del pasado. El gobierno actual en Argentina tiene una
visión de país auténticamente democrático pero se enfrenta a la
resistencia a cambios efectivos, ya que los sectores dominantes no
quieren “perder tajadas de la torta”. Lamentablemente, percibo cada vez
más oposición al gobierno de Cristina Fernández, tanto de parte de
aquellos sectores que entienden lo que está pasando (y ofrecen
resistencia) como de una mayoría mal informada, víctima de la campaña de
desinformación orquestada por medios en manos de sectores que ostentan
el poder económico y quieren perpetuar el escenario de desigualdades.
Cuando
estudiabas en la Universidad entraste a formar parte de un partido
comunista maoísta. Eso llevó a que incluso fueras secuestrada por las
fuerzas paramilitares que actuaron durante la dictadura militar
(1976-1983) porque estabas en las listas de estudiantes militantes de
extrema izquierda. Estuviste 45 días encerrada en una celda, ¿cómo fue
aquello?
¡Qué difícil de resumir en pocas líneas!
Creo que es un tema que da para una entrevista completa, pero puedo
expresar algo con total convencimiento: Aunque no conocía a Dios, él me
guardó, me protegió, me sostuvo. Tardé muchos años en poder elaborar esa
experiencia traumática, pero no dejo de considerar que también para mi
familia fue terrible, ya que hasta el día en que me dejaron en libertad
ellos no sabían si continuaba con vida. Mi historia es sólo una de
miles, y puedo contarla. Hay 30.000 argentinos desaparecidos, y otros
miles en países hermanos. No quiero mirar atrás sino vivir el hoy en
defensa del mañana.
Te convertiste a la fe cristiana ya de adulta, en Paraguay. ¿Cómo decidiste seguir a Jesús, y por qué?
Oh, oh… Otra pregunta difícil de resumir, pero voy a intentarlo. Luego
de 20 años de búsqueda espiritual por caminos errados, habiendo llegado a
un punto de angustia y destrucción psicofísica que me hacía desear la
muerte, alguien a quien pedí ayuda me invitó a ir a una iglesia
evangélica. El cristianismo estaba fuera de toda consideración para mí
porque lo identificaba con lo que había conocido de niña y en la
adolescencia dentro del Catolicismo. Sin embargo, accedí a ir “para ver
qué pasaba”. Al abrir la puerta de aquel moderno edificio donde había
personas alabando a Dios, sentí algo muy especial, como un baño de paz, y
me dije: “Por fin he llegado”. Con esa convicción entré y pasé al
frente cuando hicieron un llamado a la oración. En cuanto el pastor oró
por mí, sentí que las rodillas se me aflojaban y el deseo de entregar a
Dios todo peso fue tan grande como la confianza que me envolvía. Caí al
piso y quien me ayudó a levantarme luego resultó ser una conocida a
quien yo intentaba siempre venderle la revista que hacíamos con una
amiga, dirigidas por un chino taoísta. Hasta hoy somos amigas.
Más
adelante decidiste que querías formarte en teología y después viniste
para España. ¿Cómo definirías tu relación con nuestro país?
En efecto, inmediatamente comencé a participar en las clases bíblicas
para nuevos convertidos y al comenzar el nuevo año ingresé en el
Instituto Teológico de las Asambleas de Dios. Aunque no pude continuar
los estudios allí porque los horarios de clase se superponían con mi
trabajo como periodista, seguí haciendo cursos en el centro de estudios
bíblicos de la iglesia. Al cabo de unos años, cuando ya Dios había hecho
una obra de “recomposición” en mí, quise dedicarme por entero a
servirle e ingresé a un centro de capacitación misionera transcultural,
con la visión de trabajar entre musulmanes. Luego de un viaje
exploratorio a España y Marruecos, decidimos con mis líderes locales
establecerme en España para trabajar con una iglesia local. Inicié un
ministerio con árabes en una iglesia que había solicitado colaboración,
pero resultó que si bien el pastor tenía carga por los musulmanes que
llegaban a la obra social, la congregación no estaba preparada para dar
un paso más. Mi experiencia misionera comenzó con un fracaso y continuó
con muchas dificultades. Realmente los cinco años pasados en España
fueron difíciles, sobre todo por falta de apoyo económico, pero aprendí
mucho, sirvió de preparación para la obra en Marruecos. En Málaga pude
integrarme a una pequeña comunidad que lideraba el pastor Miguel Rueda,
un siervo íntegro, un ejemplo de vida que no olvidaré. Él y su esposa
Encarni fueron una preciosa provisión de Dios en aquel tiempo. Con su
apoyo y cobertura espiritual inicié luego la etapa en el norte de
África. Miguel falleció a poco de regresar yo a Argentina.
Has estado en Marruecos y en el Sahara Occidental. ¿Qué te ha marcado de esa experiencia?
He
quedado ligada a estos pueblos tan hospitalarios. Se trata de sitios
donde prevalece la injusticia. Se hace palpable la evidencia de que el
Islam no da respuestas válidas para la vida de las personas sino que las
esclaviza y hunde en el temor y la superstición. Por otra parte, la
riqueza cultural me ha impactado y sigo reflejando esto en algunos
escritos. Tal como estamos haciendo con estos niños beneficiarios del
programa MANA, la mejor manera de llegar con el mensaje del evangelio a
estas personas es dar un testimonio de vida. Al ver ellos cómo se
desarrollan las relaciones familiares y entre los miembros del equipo,
se dan cuenta de que hay algo especial en los cristianos. Y Dios hace la
obra.
Aparte del trabajo con niños,
tu otra gran pasión es la creación literaria. De hecho, está a punto de
salir tu primera novela, “Marruecos, amor y canela” (Ed. Logos). ¿De qué
va?
No diría que el trabajo con niños es mi gran
pasión sino lo que Dios me ha dado para hacer en este momento. De hecho,
dedicarme a ellos me resta tiempo y energías para otras tareas, lo cual
me ha ocasionado algunos problemas. Es cierto, no puedo dejar de
escribir. Sea periodismo o literatura, siempre surge algo. “Marruecos,
amor y canela” trata de la vida de Gabriella, una joven periodista que
lleva años buscando la plenitud espiritual. Cree poder encontrarla en
Marruecos, donde es enviada por una revista italiana. Allí vivirá días
embriagadores, plenos de sensualidad, sonidos y sabores exóticos y
también conocerá a Youssef, en quien percibe la paz que ella tanto
anhela... Agradezco a Editorial Logos, de Alicante, su interés por
publicarla.
También has escrito un
libro de recetas entremezcladas con historias, que ha sido presentado en
la Feria del Libro de Córdoba… Suena bien, ¿cómo funciona eso?
“Historias con sabor” es una recopilación de textos –varios de ellos disponibles en mi blog, veronicarossato.blogspot.com -
y recetas de cocina del norte de África. Lo ha publicado la editorial
Diosmío, de la ciudad de Córdoba, que hace libros artesanales, uno por
uno, como objetos en sí. La tirada es de 300 ejemplares numerados y
confío en que habrá que reeditar. Este sistema de trabajo es una buena
alternativa para publicar al margen de las grandes editoriales que
difícilmente se interesan por escritores noveles. Además es una manera
de revalorizar el libro como producto cultural.
Ya
acabando, explícanos cómo llegaste a entrar en contacto con Protestante
Digital para acabar siendo redactora y miembro del Consejo de Redacción
de este diario.
Justo antes de trasladarme a
Marruecos conocí a Luis Ruiz en un encuentro de ALEC, la Asociación
Latinoamericana de Escritores Cristianos, realizado en Pinos Reales,
Madrid. Luego él me invitó a participar en ADECE, Alianza de Escritores y
Comunicadores Evangélicos y de esta forma seguimos relacionados. Cuando
en el verano de 2009 Pedro Tarquis le comentó que necesitaban el aporte
de un periodista profesional, Luis me recomendó.
Y por último, mirando al futuro, ¿cómo te imaginas P+D en cinco años?
Aunque resulta aventurado imaginar el futuro de algún proyecto en
España, veo de qué manera P+D crece al margen de la crisis, se posiciona
como medio, tiene cada vez más visitantes, de modo que Dios está detrás
– o delante- de esto y seguirá permitiendo su desarrollo.
© Protestante Digital 2012
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