"Lo primero que se me ocurre en una novela es lo que llamo el ´huevecillo´, el germen. Lo segundo es cómo suena, un sonido integral:
si tiene tiempos largos o tiempos cortos, si tiene diálogos o no, si
está en presente o en pasado; la voz narrativa. Es como una música que
oyes. Y luego está esa capacidad para acercarse a ese sonido y
plasmarlo. Hay que tener dominio del cepillo del carpintero para luego
conseguir la pata torneada. Cuando ya eres mayor y has aprendido más, es
más fácil. En mis últimos libros me acerco mucho más al sonido que en
los primeros, cuando no lo conseguía y se me escapaba".
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