Veníamos conversando, tomando mate, prestando atención al camino y a la vez disfrutando de la lluvia. De repente, cesó el agua y apareció en el cielo un magnífico arco iris. Cada vez que tengo ocasión de ver uno experimento profunda alegría, una sensación de paz y confianza que me llena de plenitud. Es la señal más visible y hermosa que Dios pueda habernos dado de su pacto con la humanidad.

“Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre mí y la tierra” (Génesis 9:13). El pacto sigue vigente y la señal sigue apareciendo desde hace miles de años entre las nubes. “Estará el arco en las nubes, y lo veré, y me acordaré del pacto perpetuo entre Dios y todo ser viviente…” (v.16).
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