VERONICA ROSSATO

13 de abril de 2021

Donde pongo el ojo... (1990)

 

¿Acoso sexual? ¡No me venga con cuentos! ¿Que en varios países las trabajadoras pueden denunciar a jefes y compañeros que las acosen sexualmente, y éstos ser castigados por la ley? ¡Pero, si ya sabemos que los gringos tienen cada locura! A mí no me van a embromar… Yo sigo siendo bien macho y cuando veo una chica linda en la oficina me dan ganas de tocarle el trasero y comienzo a fantasear con pasar la siesta con ella en la oficinita que tengo acondicionada para estos menesteres. ¡Pero, si es lo más normal, natural y propio de la naturaleza del hombre!

¡Cada cosa rara se les ocurre a las feministas! Igual que a esos ecologistas defensores del ambiente, de los derechos de los indígenas y cuestiones por el estilo (que sospechosamente en su mayoría son mujeres). Mire, cuando estoy frente a  un bosque, de inmediato me imagino esos troncos redonditos, desnudos, acostados todos juntitos en el acoplado de un camión, y enseguida siento el deseo de cortar todos los árboles. Lo mismo si veo un animal salvaje: lo quiero cazar, probar que mi puntería sigue siendo buena y que puedo dominar a la fiera. ¡A mí nadie se me resiste! Soy dueño y señor de mi empresa que crece y crece, de mi bella secretaria, de mis tierras y sus bosques y también los indígenas que los habitan, por supuesto; soy dueño de cuanto animal se pone en mi mira y de mi mujer y de mis hijos. Si el hombre fue creado para eso: ¡Para dominar!

¿Que estoy equivocado? ¿Que el desequilibrio que hay en el mundo se debe justamente a actitudes expansivas, depredadoras, violentas y agresivas como la mía? ¿Que la explotación y violación de la naturaleza y de la mujer tienen el mismo origen? ¿Que la razón y la emoción deben desarrollarse por igual?
¿Qué significa desarmonía entre la polaridad masculina y la femenina? ¿Qué me está diciendo del conocimiento intuitivo?  Pero, ¿qué es eso del hemisferio derecho, del cambio de paradigma, del yin y el yang? ¿De qué me está hablando?

Mire, yo soy un hombre inteligente y a mí ninguna mujer va a venir a enseñarme nada (salvo las piernas, claro). Una chica linda como usted no debería preocuparse por esas cosas. Yo creo que podemos entendernos muy bien en otros términos… Además, no se olvide de que soy muy amigo de su jefe y puedo conseguirle un ascenso. Claro que también puedo conseguir que la despidan, querida… ¿Por qué no deja de tomar notas y nos vamos a tomar un trago?

Diario ABC. Asunción, Paraguay - 27 de julio de 1990.


 

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