VERONICA ROSSATO

7 de mayo de 2011

Café compartido en una tarde de otoño

Siempre hay una primera vez. Me atreví a hacer un strudel de manzanas y salió muy bien.  Lo mejor fue compartirlo con una amiga de origen austríaco, y escucharla decir: "Me has hecho volver a un sabor de la infancia"
Mientras tomábamos un rico café, ella habló de las delicias que preparaba su abuela y luego yo le conté del escrito de mi padre sobre sus recuerdos de infancia en Udine, al norte de Italia, cerca de la frontera con Austria. También hablamos de libros, de proyectos editoriales...
Mantuvimos la notebook abierta porque después Edith, mi amiga, me ayudaría a modificar la apariencia del blog (espero te guste el resultado). Cuando ya terminábamos la tarea, comenzó a sonar el Skype: Una llamada de Vittorio Veneto, de la ciudad donde nació mi Nona. Fue como si nuestra conversación hubiera abierto una puerta a aquella región del mundo.
Aquello de lo que hablamos marca rumbos, abre brechas, para bien o para mal. Las conversaciones crean espacios, producen sabores en nuestra alma, nos movilizan. Por eso, un café compartido en una tarde de otoño puede alimentar la amistad de manera exquisita. Receta para repetir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario