VERONICA ROSSATO

14 de julio de 2012

Recordando un momento especial en Marruecos

EL REGALO
Ha visto partir a muchos. Lleva meses acompañando a familias amigas que de la noche a la mañana son afectadas por una orden de expulsión que casi siempre involucra sólo al hombre. Esposa e hijos deben vivir el proceso de vender o regalar sus pertenencias, decir adiós a amigos y hermanos en la fe, despedirse de una ciudad, un país, una cultura, un pueblo al que aman. Llegaron allí tras un proceso similar: despedidas y renuncias. En aquel momento –hace muchos años- lo hicieron con el gozo de estar en la voluntad de Dios. Hoy no sienten gozo, pero sí la confianza de que el Todopoderoso no ha perdido el control y que los acontecimientos son los que en su soberanía permite.
Ahora le toca a él. La cita en la jefatura de policía es para mañana. Hablará en perfecto árabe, será cortés y responderá con aplomo y amabilidad a las preguntas. Pero no admitirá chantajes ni amenazas; tampoco firmará ningún documento que lo acuse de violar la ley, de hacer proselitismo, de desestabilizar la paz. No lo hará, sencillamente porque siempre se ha movido dentro de la legalidad, porque ha compartido su fe en Jesucristo con quienes le han preguntado y ha predicado donde lo han invitado.
Duele tener que dejar Marruecos. Su hija ha crecido allí, ha visto nacer de nuevo a muchos hombres y mujeres, ha oficiado bodas entre creyentes magrebíes… Pero lleva meses sabiendo que la hora se acerca. ¿Y si va a parar a la cárcel? “Sería un honor para él”, me dice telefónicamente su esposa. No está angustiada. “Mentalmente estoy preparada”, asegura, aunque son mil los detalles prácticos que le tocará resolver a ella sola, si él es expulsado o encarcelado.
Los creyentes nacionales están siendo presionados, algunos han perdido sus trabajos o fueron repudiados por su familia al ser puestos en evidencia. Pero las raíces de la Iglesia se fortalecen, como la planta que en tiempo de sequía busca nutrientes a mayor profundidad. “No temas, no temas” se repiten unos a otros. “Jehová te librará del lazo del cazador, de la peste destructora. Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro”.
El Señor está en control y sólo él conoce el cuadro en su totalidad. Hay cambios, movidas inesperadas, o al menos indeseadas. Pero en medio de lo que hoy es incertidumbre, existe un plan. ¿Será que Dios quiere apurar la evangelización de los musulmanes en otros lugares?
España está recibiendo obreros capacitados, que conocen el idioma y la cultura árabe. Un regalo muy especial.

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