VERONICA ROSSATO

5 de julio de 2010

Emanuel


Ciertamente Él llevó mis dolores, y por sus llagas fui sanada. Ciertamente ha hecho maravillas en mi vida, me ha concedido el gozo de su Espíritu y me ha dado la paz que sobrepasa todo entendimiento. 
De todo lo vivido ha barrido con perdón lo sucio, pervertido, infame. De todo lo vivido ha rescatado el amor, la misericordia, la alegría, la alabanza, lo que fluyó de Él mismo, aunque yo lo ignorara. Él ha borrado las rebeliones y ha tornado todo para bien. Esto, por su misericordia, porque lo amo, porque me amó primero.

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